Durante más de quince años los hermanos Delfín Reynaldo Castedo y Raúl Amadeo Castedo, alias Hula, dominaron el tráfico de cocaína en la frontera entre Salta y Bolivia. Ese poder se cimentó en protección política y judicial y en el miedo que impusieron con los homicidios de aquellos que se atrevieron a denunciarlos.